8 de agosto de 2011

LA OBSERVADORA: EL ¡HOLA! DE ESTA SEMANA, 10 DE AGOSTO

Cuando pensábamos que la temporada de bodas ya había finalizado, nos encontramos con que no es así. ¡Hasta cuatro bodas hay esta semana! ¡Ay! ¡Qué cansino es esto de ver novios felices a todas horas! Y encima, las bodas de los últimos tiempos no nos están dando muchas ideas. En fin, suerte que el ¡Hola! de esta semana tiene algún outfit estupendo que nos hace olvidar los estilismos de algunas de las invitadas a la boda de Zara Phillips. Allá va lo que hay que copiar y lo que no del ¡Hola! de esta semana:

No hay cosa más aburrida que los reportajes retocados al milímetro. Colores demasiado brillantes, personajes sin una sola arruga ni un solo brillo en la cara, e irreales cielos azules. Es el caso del primer reportaje, el de Melania Trump con su hijo y su marido. Entre las 126 habitaciones de la “casita”, la foto de Melania “volando” agarrada a una lámpara de araña (pág. 11) o la foto de los dueños de la casa con el servicio (pág. 14), no podemos por más que decir que, en los tiempos que corren, este reportaje es de nuevo rico hortera. ¿Algún miembro del servicio podía negarse a ser retratado?¿Qué hay de los derechos de imagen de esas personas? De mal gusto, de verdad.
En la boda de Charlene no convencieron (excepto Carlota y su vestido de noche con capa), pero hay que reconocer que madre e hija (Carolina y Carlota) son dos modelos de estilo campestre (o de isla, en este caso, que para eso estaban en Capri). Carlota con un mini-vestido floral, sandalias romanas, gafas aviador  y una shopping bag camel es un modelo a seguir. Y Carolina es un espejo para las que ya han superado la barrera de los cincuenta: pantalón de hilo en naranja flúor, camisola blanco roto arremangada y complementada con un cinturón trenzado de esparto y un sombrero fedora con gafas de sol Audrey (pág 18-19). Un diez para las dos.
En cambio, el ex – marido de Carolina, Ernesto de Hannover, es un “poema playero” (pág. 22). Pasear por la playa  con una camisa azul a medio abrochar (enseñando pechamen), unos mocasines de ante que están para tirar, un pareo kikoi de rayas rosas y un maletín-guión libro viejo y los pelos sin peinar es un horror estilístico. ¿Qué pensará su ex - mujer? Nosotros lo suspendemos.
Las hijas de Bertín Osborne son guapas y tienen un estilo personal a la hora de vestir. No siempre siguen las modas y no siempre aciertan, pero se les aplaude la personalidad. En el reportaje en el que nos anuncian sus respectivos embarazos lucen estilismos muy minimalistas (shorts, minis y camisetas lisas de colores neutros y suaves) o florales (minivestidos en tonos pastel). Esos estilismos son muy favorecedores y nunca pasan de moda. ¡Qué vivan los clásicos! (pág. 28-33).
Hay cosas que son, además de feas, irrespetuosas. Que Chente (de nuevo novio de Marisa Jara) se ponga una hebilla de cinturón de un palmo con un Cristo dibujado, ni es moderno, ni es bonito, ni es educado. ¿Se pondría una representación de Alá en el cinturón en caso de que fuese posible? (el Islam prohíbe las representaciones humanas y animales) ¿O una representación de Kali, diosa hinduista? Con la de hebillas de cinturón que hay por el mundo, con motivos de toda índole y mucho más bonitos, no es necesario utilizar símbolos religiosos. Ser elegante pasa por no ofender a nadie y ser políticamente correcto. Que conste que a nosotros no nos ofende, pero no nos parece adecuado (pág. 34). Suspendido.
Una boda (la primera de las cuatro que hay en el ¡Hola esta semana). La de la ex – miss Inés Sainz. El vestido de la novia, de Gimena Garay, era un poquito cursi, especialmente las mangas de tul y el cuerpo con broche de strass, aunque la falda era un acierto. Destacable, Chenoa, con un vestido asimétrico en un tono entre champán y lavanda, de seda salvaje y falda rígida a la rodilla, extraño pero resultón, que le sentaba especialmente bien (pág. 52).
Un estilo playero para copiar: el de la novia de Sete Gibernau (pág. 56). Bikini bandeau, plena tendencia y pamela de rafia. Estupenda.
Otra boda (la segunda que comentamos esta semana). La hermana de María García de la Rasilla lucía un precioso vestido de novia de Basaldúa de organza y tafetán. Cuerpo sencillo, escote caja y sin mangas, y falda trapecio con jaretas. De las novias mejor vestidas de esta temporada (pág. 58).
Que la Duquesa de Alba tiene sentido de la elegancia en el vestir muy particular, es un hecho. Pero no podemos aprobar que se ponga un pantalón de florecitas blancas combinado con un jersey de rayas de colorines que recuerda a la bandera del orgullo gay. Y un gigantesco colgante que no sabemos cómo puede llevar sin descoyuntarse las cervicales. Un desastre estético (pág. 91).
Hace unas semanas reñimos a Mar Flores porque apareció en una cena vestida de señorona y ése estilo clasicón no le iba nada. Pues nos ha hecho caso, se ha puesto en manos de nuestra Naty Abascal (¡quién pudiera ser asesorada por ella!), y luce un estilismo ibicenco y juvenil en el reportaje que es un acierto. Total look blanco roto en mono de Ralph Lauren con complementos, pulsera y cinturón, en turquesa (pág. 94-95). Los outfit florales, pantalón y camisola de Etro y Vestido de Alberta Ferretti (pág. 98-99), de gasa y con un porte romántico y delicado son una delicia. Y el guiño de nuestra Naty a todas las mortales que no podemos pagar vestidos de grandes marcas: el vestido blanco de Mango (pág. 100). Y lo mejor del reportaje, la melena corta de Mar, desenfadada y sin ese liso a lo Cristóbal Colón que llevaba en los últimos tiempos. Un excelente.
En cambio, el reportaje de Raquel Sánchez Silva no convence. Con lo mona que es esta chica y con lo bien que le iría un estilo más dulce, la han intentado convertir en una femme fatale y el resultado es extraño. Esos ojos ahumados y esos pelos leoninos no le pegan nada a la pobre. Sólo se salva el vestido de Oscar de la Renta, con tul bordado en strass negro sobre fondo gris (pág. 107). Gracias a ese vestido no suspende, pero ha estado a punto. 
La tercera boda es la de Tiziana, hija de Adolfo Domínguez. Su vestido, diseñado por ella misma, no nos acaba de convencer. Hecho de piezas de guipur, con escote en pseudo-uve y hombreras, la verdad es que era bonito pero agrandaba su silueta y la hacía borrosa. Aún así, el ramo, sencillo y de tallo largo (la tendencia de ramos que parecen pelotas nos horroriza), el peinado informal y los maravillosos pendientes, le dan un notable de nota media (pág.110-113).

Especial la boda de Zara Phillips:

Empezamos con la fiesta previa a la boda y nos percatamos de que triunfó el color block entre la familia real inglesa. Kate Middelton de verde césped (color tendencia de esta temporada que continuará vigente en otoño) y Eugenia y Beatriz de York de naranja flúor y violeta, respectivamente. Parece que las princesas de York, de vez en cuando no se equivocan (pág. 62).
Terrible el vestido de la novia en la fiesta previa. Lo tenía todo: asimétrico, degradado, drapeado y demasiado corto. Si nos dicen que era un pareo, nos lo creemos. Una pena (pág. 65).
Y llegamos a la boda (cuarta y última del ¡Hola! de esta semana). El vestido de novia era clásico y bonito pero nada indicado para siluetas de cadera ancha y pecho contundente como es el caso de Zara Phillips. La verdad es que no le sentaba bien: el palabra de honor quedaba “cortado” por los tirantes de tul y acortaban el tronco de Zara. Y la falda con pliegues, para dar volumen, hacía su silueta más ancha (pág. 82-83). Aún así, no la suspendemos.
Kate Middelton copió el tocado que Zara ha puesto de moda como invitada en las últimas bodas a las que ha asistido. Circular, plano y vertical y adornado con una enorme flor. En color nude como el vestido-abrigo, los salones de plataforma y el clutch en oro (pág. 72). Muy correcta, como siempre.
Ayyyyy… Y Beatriz y Eugenia de York siguen sin aprender. La primera de azul turquesa con chaqueta acabada en un volante pobretón y una falda de tul bordada en flores y strass, demasiado corta. Y la segunda con una especie de chaqueta con faldones de chaqué pero cortos y con un lazo gigantesco en medio de las posaderas (pág. 74). Un horror.

 

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